LA SOLEDAD DE LO COTIDIANO
LII
Siempre me gustaron las mesas de los delineantes
Volcadas al sol con la inclinación adecuada al cuello que les da la forma
Y amplias y sin nada que las entorpezcan en su trazado
(Modisto)
LI
Nada tiene sentido
Llegar al lugar de una cita
Mirar el reloj
Preocuparse orgulloso de ser responsable
L
Las respuestas y las preguntas se abrazan y se desdibujan
Y se van y se vienen
Contraídas
En ese infierno delicioso de un papel arrugado
XLIX
La mañana puede ser la sucesión de las horas de la noche
O
La bomba que le explota a un niño que camina hacia el colegio
XLVIII
Antes de cruzar de una acera a la otra
Hay que mirar tantas cosas
Y tantos recuerdos y sueños que pueden quedar destrozados
Junto a tu cuerpo
XLVII
Una ventana alta y abierta y que da a un aire vacío
Busca siempre algún cuerpo suicida que lo atraviese
O quizás a un asesinado que violentamente rasgue su cuerpo
XLVI
Hay como un viento en medio de una calle por donde no pasa nadie
Ni tú ni yo
Ni el tren en el que deberíamos viajar
LA SOLEDAD DE LO COTIDIDANO
XLV
Si por la mañana te cruzas con una princesa dormida
Y aunque desconozcas su nombre o su plato preferido o la fecha en que nació
No dudes que la luz que te regala en cada paso abrazado a su padre
Es un camino trazado para alegrarte los misterios de tu día
XLIV
Cuando sin otras noticias sino solo algún suspiro frío
Del viento recibas un beso inerte
Y alguna palabra escapada por un violín desafinado
Vive