LA SOLEDAD DE LO COTIDIANO
LXIV
En el territorio de donde la parte de atrás que los edificios esconden
Unas manos encierran todas las caricias
Aquellas que pasaron y otras muchas
Que esperan ansiosas dormidas en tu piel
(Modisto)
LXIII
Como no se puede hacer otra cosa que algo como un estallido de paz
Y que los días pasen sin aplausos y también sin estruendos
Ni sin otra cosa que cruzar los puentes sin mojarse los tobillos
LXII
Gracias por venir de un lugar a otro
Y de un cielo a nuestro infierno
A los lugares perdidos
Y al estallido de cualquier mañana
LXI
Sin acabar y sin nadie
Porque nadie llora si no es por alguna pesadilla
Pesadilla de lo sabremos enseguida
Tan pronto como el tiempo se detenga
LX
Había plazas al sol y niños inquietos
Había parejas intentando no apagarse en un beso furtivo
Y había también algún muerto que fue asesinado
¿Por qué no denunciarse a uno mismo?
LIX
A veces los muertos se te alinean delante de tus narices
Te persiguen metidos en sus cajas o fuera de ellas
Felices
Y podrías tocarlos y hablar con ellos si existiera la posibilidad de tener otra vida
LVIII
Como si fuera el último instante de algún último beso
En algún rincón solitario y último
En algún último instante donde descansar ya para siempre
LVII
La inmensa mayoría de los datos que me proporcionaron
Yo los desconocía
Y sin embargo
Desde el primer momento
Desde la primera palabra que me dirigieron yo ya sabía de todos sus engaños
LVI
La sensación de estar en la casa
Continuaba como un gigante en la calle
Atornillado a una pelota
Donde yo era el rey
LV
Misterios como el rompecabezas o los nudos al intentar hacerlos o deshacerlos
O cualquiera de los besos perdidos y anclados en un estanque
Son suficientes razones para seguir desinteresado en que en algún día de cualquier momento
Tendremos que morir
LIV
Llévame que me vaya
Déjame contigo
Allá donde es el allá
LIII
Ahí fuera hay una nube y dentro hay un muerto
Verticalmente colgado de una vida sin pared en la que apoyarse
Y sin que la orilla del mar se le acerque