LA SOLEDAD DE LO COTIDIANO
LXXII
Era en una misma calle donde se dio la coincidencia
De la prueba definitiva de que las plantas medicinales que nos unen
Nos convierten en las figuras de cera de un cementerio sin ataúdes
(Modisto)
LXXI
La pinza y el viento son como enemigos del vértigo
Que de la misma forma que se hacen el amor
Se odian en su lucha por mantener el orden de la ropa tendida
Y entonces va y se nos llueve
LXX
La diferencia de decir un techo o un tejado
Radica en estar más cerca o más lejos
Más allá o más acá de los sueños o de las pesadillas
LXIX
¿Dónde vivirá la basura de Internet?
Todo aquello que borramos y desechamos
¿Sufrirá también este mentiroso paraíso infernal que vivimos?
LXVIII
Fui un bolsillo tan roto como agujereado
Y sigo siendo ese boquete por donde me cepillo los dientes
Como si el flúor que compartimos fluyera
Por túneles aún por descubrir
LXVII
Lo que nunca en realidad te dije
Quedó grabado en un viejo radiocasete
En el que se repetían palabras que
A fuerza de escucharlas también nunca me fueron desconocidas
LXVI
Mientras el deseo incontrolable de un orgasmo se asoma y sobrevuela
A cada centímetro de cualquier deseo
Un grupo de hombres descarga cajas de frutas y las deposita sobre la acera
LXV
Los suspiros quedaron quietos y más que mudos
Transformados en cubitos de hielo
En una distancia de siglos