UN
DÍA DE TERRAL Y FRÍO
Nunca pude saber muy
bien si aquello era una realidad ficticia, o una ficción de la realidad, el
caso fue que aquello se asemejaba más a un paraguas abierto en un día de terral
que a un terral que te hiciera sangrar al respirar y te quemara las entrañas, y
quizás por eso salí por la noche cuando yo solo lo hacía en casos muy
especiales, y creí que la gente me miraba de manera acusadora, como
interrogándome qué hacía allí, si no tenía nada mejor que hacer, y yo los
ignoraba o intentaba hacerlo para así no distraerme o despistarme de mi
propósito único, y recorría las calles a oscuras, y me iluminaba de las
apagadas luces de las tristes farolas que parecían llorar al verme en aquel
momento estúpido y lluvioso en que buscaba, porque antes alguien me lo había
dicho, el cuerpo corrompido y sin vida de mi padre.
(Modisto)
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