Ahora se empina la carretera
Se vuelve y se revuelva el viento
Coloreando las sombras y las dudas
Nada puede quedar como antes
Porque nada nunca nada permanece
Con la tos del silencio
Y con la voz de las cadenas
Siempre se ronronea que un castillo de naipes
Busca en sus débiles cimientos los pies
Que le amortiguarán el dolor del ser vivo
No vale la historia si no es para matarla
Burlarse de todo lo que es serio en esta vida
Reírse hasta mediomorir o morir del todo
Siempre se rumorea que la tinta del bolígrafo es un arma con poder hipnótico
Subir
Bajar
Reflejarse en un espejo deformado
Ser acorralado por un sinfín de incendios anónimos
De acarameladas formas de trazos incompletos
Se rompe cada ley y cada espacio de infinito
Para respirar una nueva estrategia que nos haga salir del barro
Es necesario el aire de la montaña de los ojos
Y la nieve de las manos para calentar corazones solitarios
El crepitar de miradas penetrantemente atómicas
Especialmente cuidada en el escenario de la locura
Grito
Sueño
Lágrima de ausencia
Látigo de fuego
Las heridas que no derraman sangre nunca llegan a cicatrizar
Son heridas que no dejan un rasguño pero sí huellas
Huellas indelebles de marcada profundidad
De tanto que tanto
Que nunca llegan a detenerse
Ni en un ojo
Ni en una mano
Sino que avanza y avanza
Hasta ser tan grande como uno mismo
Y llega a sobrepasarnos
De tal manera que
La debilidad es absoluta envenenada de sueños incumplidos
Al alcance de lo que nunca se va a resolver
De lo que está ahí
Esperando ser devuelto al lugar de donde vino
(Modisto)
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