sábado, 15 de marzo de 2014

DESCANSO DE BILIS



Las aventuras de Deperente XII

Las tardes de sus días libres, que no eran fijos ni continuados, los dedicaba Deperente a escuchar viejos discos de jazz, a beber en soledad hasta emborracharse y a fumar hasta sentir una opresión en el pecho. Hace años que llegó a la conclusión de que para él era más sano trabajar que descansar. Porque además, en esos días de descanso, siempre acababa llorando. A la cuarta o quinta copa que era más o menos cuando menguaba hasta la mitad el paquete de cigarrillos, aparecía, con la fuerza de la realidad, alguna mujer violada o Secominuca abrazándolo tiernamente con su delicadeza oriental, asaltando y rompiendo todas las barreras del aburrido mundo occidental. Era el momento de desintegrarse en la nada y acostarse. Pero él, por norma, se echaba otra y otra copa y se fumaba otro y otro cigarro, escudado en el qué pasará después, que no sea otra cosa que visitar tambaleándose el váter, que siempre lo esperaba con las fauces abiertas dispuesto a tragarse toda su bilis.

 (Modisto)


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