Las
aventuras de Deperente XIII
Deperente sintió un frío
intenso en la mano izquierda, que le vino de imprevisto, acorraló en una ida y
venida de su pensamiento algunos secretos que creía olvidados, y se dejó vencer
por la noche marchita e insolidaria.
No acudió a la cita, y
eso lo perturbaría años y años. Tampoco acudió a su puesto de trabajo, y en sus
pesadillas, el pederasta subía por paredes verticales sin esfuerzo, riendo a
carcajadas y saboreando el triunfo de quienes se aseguran que atemorizan a los
demás.
Vagó aquella mañana por
calles y fronteras de nadie, recopiló la información que el generoso día le iba
dando. Y cuando la noche era la emperatriz de lo oculto y de lo deseado, se
acordó, gracias a alguna neurona distraída, que esa misma mañana de despistes,
tenía que haber declarado contra el patético individuo de tirantes homicidas y
mirada oblicua, que antes de ser un presunto había sido un violador de menores.
El presunto dejó de serlo
y salió absuelto por falta de pruebas.
(Modisto)
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