sábado, 4 de abril de 2015

SI NO ESTABA TRISTE


Las aventuras de Deperente XLIV


En el momento de hacerlo, no supo muy bien el motivo ni siquiera por qué estaba allí, el caso es que Liberty Wallace se balanceaba sobre una sonrisa permanente bajo los álamos de aquella plaza triste abandonada de alegría, y levantaba las miradas cabizbajas de los paseantes más desarropados. A lo lejos se escuchaban un piano sordo y un saxo herido. Liberty ya empezaba a vislumbrar los noticieros que recorrerían la ciudad al día siguiente, y se veía fotografiado un poco más allá, minutos antes de entrar en la sala de la muerte, como continuación de la muerte que la llevaría a la suya. Los acuerdos y desacuerdos habían llegado a su fin la noche anterior en una escalera llena de peldaños cada vez más violentos, con Deperente mirando el poso de su taza de café, y con una luna incierta abrigando los corazones más sensibles.




(Modisto)

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