LA SOLEDAD DE LO
COTIDIANO
XX
Hicimos planes para robarle al
jefe y deshacernos de su cuerpo
Aunque al jefe ya lo asesinaron
los deseos y los sueños de los empleados
A eso de las tres de la tarde cuando
todos dormían
Y el perro no ladraba
Aunque para ladrar ya estaba la
vecina
Que descolgaba con facilidad el
teléfono para llamar a la autoridad
Cada vez que se acercaba un
ladrón o un asesino a la casa del jefe
Solo para fastidiar
A los que insistíamos en luchar
por hacerla libre
(Modisto)
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