Las aventuras de
Deperente V
Cuando el ex-teniente
Deperente cumplió setenta años, aún se acordaba de esa chica que le llegó tan
tarde y le duró tan poco, y que nadie sabía que en realidad fue la única en
mucho tiempo, quién lo iba a suponer habiendo sido Deperente una institución en
resolver casos relacionados en mayor o menor medida con el amor. Se había
labrado una fama bien firme en su trabajo, una reputación, que es lo que se les
dice a los que se retiran, y eso ya se lo dijeron hace unos años, la noche de
la cena homenaje. Desde aquel día se fue despidiendo de todos. A Secominuca la
dejó para el final porque era la persona
más especial que había conocido y quería prolongar el arte de las despedidas
con ella lo máximo posible. Cuando con la mano izquierda dibujó un adiós en el
vacío del aire de su hogar, Deperente se dejó morir plácidamente sentado en un
sillón de hielo y de humo. Cerró sus ojos y nunca más los abrió, en un sueño de
colores cálidos, absorbido por la soledad que siempre lo acompañó.
(Modisto)
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