domingo, 24 de agosto de 2014

LO DICE POR DECIR PERO DICIÉNDOLO



Las aventuras de Deperente XXVI


Hablaba por hablar y hacía las cosas por hacer, pero no paraba ni de hablar ni de hacer y eso irritaba a los demás y le irritaba a ella misma que se subía por las paredes cuando sus palabras o sus gestos volaban más allá de los permisible, y se daba cuenta de que no decía ni hacía lo debido. Pero eso era todo. Deperente la llevó hasta una esquina del salón y se sumergieron en un sueño plateado de nubes y colores, y ambos llegaron hasta la última palabra.

La tarde estaba calma y limpia de silencios. Niños que correteaban. Madres preocupadas. La noria de la vida.

Cuando los dos despertaron, ya era la madrugada, y una metralla de dudas corría como labios desesperados.

Deperente la vio vestirse tras el último contacto y la última ducha conjunta.

-Ahora tienes que acompañarme.
-¿Adónde? ¿Al destino o a lo pactado por la vida con los demás?
-A aquello que no somos ni tú ni yo.

Y el sol comenzaba a levantarse con pereza en aquella mañana de purezas rotas.

(Modisto)

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