Las aventuras de Deperente LV
La tarde bajaba por las
calles de Harlem entre toses y estertores de que aquí ya está todo acabado. Y a
pesar de que el otoño se prolongaba demasiado, la gente iba aún de un lado a
otro como de aquí hacia allá sin un sentido muy claro pero de forma cansina.
De esa misma manera bajaba
Loris la bruja la tarde que se cruzó con el joven Deperente y lo paró con sus
manos de guantes, para hablarle.
-Tú eres el hijo sin
cuentos. Pero yo te voy a contar el definitivo.
Cuando la bruja era un
punto lejano y confuso, la tarde ya era noche de luna llena. Y Deperente se
alejaba por una calle sin retorno en busca de otra calle aún más solitaria que
su alma, y con las palabras de la vieja Loris, pum, pum, pum, golpeando sus
oídos. Más allá, ya la noche era un acorde de guitarra acompañada por el
lamento de un saxo que caía aún allá.
El joven Deperente entró
en su casa sabiendo que moriría tan solo como siempre viviría, quizás sentado,
escuchando las notas de las madreselvas o de la voz de un negro que pedía
justicia.
(Modisto)
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