Almanaque de fogonazos VIII
Se acercaba la madrugada a
su llanto
A cómo será posible que
detrás de una helada en el cogote
La agitación vuelva a ser
la misma
De cuando éramos niños
Pero de nada se transforma
la nada
Si no es que
La luna me haga sus
habituales ejercicios de impaciencia
En medio de un mundo de
mapa mudo y de mapa sordo
De hueco cada vez más
ansioso y más estrecho
De soledad compartida en
la distancia
De serena luz que habita
sus fogocitos de esmeralda
(Modisto)
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