lunes, 3 de septiembre de 2018


I.                    Disparar por disparar.

Se despertó bien temprano en la mañana de los hechos, como siempre, sin ninguna necesidad de hacerlo forzadamente, porque el viejo despertador de su anciano reloj biológico lo llamaba, y con la misma prontitud de siempre, se preparó y se tomó una taza de café bien cargado y sin azúcar, se afeitó y se duchó, y luego barrió despaciosamente la casa. Ya cuando pulsó el botón del ascensor, se acordó de su olvido y desanduvo lo andado, abrió la puerta, cogió su beretta, tal y como te dejé, giró el tambor, comprobó que estaba cargada y se la guardó en la sobaquera. Las cosas hay que hacerlas cuando hay que hacerlas. No dejarlas para después ni acelerarlas para antes.

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