III. Disparar por disparar.
Ver fotografías en blanco y negro es una
máquina natural de retroceso en el tiempo. Todos se ven más jóvenes, eso es
evidente, lo mismo de evidente que muchos de los que están en aquella escena
congelada ya hace tiempo que ni se podrían ver si estuvieran allí, ni nadie los
puede ver en una imagen fuera de allí. Hay muchos niños. Gente mayor. Pocos
jóvenes. Y todos, con aspecto de gente humilde, pero alegre. Siempre celebrando
algo, aunque sea solamente lo de ir una tarde a un paseo por el parque.
-Siempre te han gustado
las fotos.
-Es que ya son muchos años. Y lo que me gusta es guardar los
recuerdos.
-Pero mira que traerte
tantas fotos a un sitio como este…
-Bueno, ya sabes que
este es un buen sitio para reencontrarnos con lo que hemos sido.
-Mira, mira, en esta
tengo bien agarradas las galletas y el tazón de chocolate.
-Sí. Es el cumpleaños
de tu tío. En nuestro patio. Estamos todos.
-También la bruja.
-Era el principio del
fin.
-Sí, y yo solo soy un
niño y mi tío también. A ti se te ve muy bien. ¿Y la Vespa?
-Por ahí la conservo
todavía. Siempre impoluta y siempre dispuesta al tráfico.
-Al tráfico de todo
–risas.
-Al tráfico de casi
todo –risas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario