LA ESCURRIDIZA SOMBRA DE UN VERANO
XXXV
Sin mucha tristeza ni demasiada alegría
Los dos muertos se paseaban en sus coches fúnebres
Entre gente mugrienta pero bien vestida
Por las calles desiertas del pueblo
Sin casi dejar constancia de la pérdida
Pero haciéndose leer por carteles que invitaban a no perdérselo
En algo había que echar la tarde más calurosa
(Modisto)
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