Besos tropezados
Que caen sobre el barro
Y sobre la silueta de los fantasmas
Pero tan sabrosos como una mousse de chocolate
Que corren
Que se aprietan
Que nunca se asientan
Pero que no
Que da igual
Que son como un melocotón en almíbar
O como las palabras de un buenos días
La garganta de McCartney
El soplo del violín de Kennedy
Un no estar sin nadie
En la esquina donde todo pasa
Y donde el viento acaricia mi cara
Y donde me siento de verdad
Tinta que va desde mi cerebro hasta mi mano
No hay manera de arreglarlo todo
Ni el mayor de los océanos
Ni el menor de los milímetros
Todo va sin rumbo y cada uno de los puntos cardinales
Se ve acorralado
Apenas por una respiración entrecortada que suena a lo lejos
En un estrecho margen
En un suspiro
En el escarabajo
O
En la avispa
(Modisto)
Con permiso, Modisto.
ResponderEliminarLuchamos frente a frente, cara a cara
en desventaja
contra gigantescas galernas
una y otra vez.
Una y otra vez
una inmensa ola parece
sepultarnos para siempre...
...Pero siempre
salimos, de la negrura del infierno y del abismo,
emergemos, invencibles,
desafiantes, como superhéroes.
Superhéroes cuyos únicos superpoderes
son la fe, la esperanza,
el Amor.
Y siempre alcanzamos puertos tranquilos,
islas paradisíacas,
siempre volvemos a sentir la brisa
y el suave roce del sol acariciándonos la piel.
(...)
Sin embargo, irónicamente, a veces
basta tropezar con una pequeña piedra
del tamaño de una iota
y se produce el caos.
Entonces, lo único que nos salva
es saber encontrar el camino sobre las losas de piedra.
"En latín", no lo olvides... I-E-H-O-V-A...
y saltar desde la cabeza del león
con los ojos cerrados
la mano en el corazón
y el corazón en la cabeza.
Quizá después, si osamos, si nos atrevemos
encontremos al otro lado al caballero
ofreciéndonos -por fin!-
el ansiado Santo Grial.
En la hora dulce 2 santos griales por el precio de uno.
ResponderEliminarYa no quedan caballeros de esos que dices, anónimo, lo mejor es no necesitar ese último trago.
Sí quedará alguno, pero no se encuentran en los pubs desde luego.
ResponderEliminarSaludos al poeta.
Si Anónimo tuviera nombre yo sería su escudero...
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