Las aventuras de
Deperente X
Sí, y es que Deperente luchaba
por resolver un caso de orquídeas. Alguien se las regaló a la mujer madura que
reconstruía su vida y que tras oler las flores, cayó fulminada en un espacio de
verdes sueños de juventud.
Deperente quiso hacer lo de
siempre, trabajar con el mismo método de siempre y llegar a las conclusiones
acertadas de siempre.
Pero no pudo hacerlo.
Y no pudo hacerlo, porque en
el ambiente aún quedaba suspendido el olor penetrante del veneno que acabó con
la vida de aquella bailarina de la incertidumbre ya en el declive de su
carrera, que un día decidiera recorrer el mundo sin ninguna carga, que
resolviera por encima de todo ser ella misma, y que tras enamorarse de todo lo
que era bello, y entregar su corazón a otros corazones ya marchitos por las
impurezas de la vida, una noche de colores salpicados por todos los rincones de
su cuerpo, decidió oler aquellas flores de preguntas huérfanas de respuestas, y
dejó de sufrir y de disfrutar aquella vida
que un misterio había dado a la luz.
Deperente, concentrado y
mirando penetrantemente las flores, resolvió que todo aquello debía empezar por
buscar dónde se habían comprado. El resto, vendría, no con prontitud, pero sí
con seguridad.
Deperente, encendió un cigarro
y marcó un número de teléfono. Las manos le sudaban de rabia.
(Modisto)
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