sábado, 9 de mayo de 2015

MAS DE NO SÉ NI POR QUÉ


Las aventuras de Deperente XLVIII


Pocos meses después de su última ejecución, la prensa confirmó lo que ya se venía hablando desde hacía tiempo: se suspende la pena de muerte en el Estado de Nueva York.

Entonces… ¿Para qué?

Y Roswald vivió torturado por las pesadillas y por el peso de la conciencia abriéndole de parte a parte el esternón.

La mirada de Helen y la mirada de Roswald se cruzaron suspendidas en el aire en el último segundo en que aún le perduraba a ella la vida. Y esa puñalada recorría por los vericuetos de su cerebro tanto despierto como dormido.

Se habían conocido en una pizzería de Little Italy, y habían hecho el amor desde entonces, tanto convulsa, como delicadamente. Sin saberse y sabiéndose. Con delicados trazos de tortura. Con un hasta aquí y con un sigamos y sigamos.

Hasta que Helen fue condenada a muerte, y él tuvo que cumplir con su obligación de verdugo en una sociedad de tranquilas madreselvas e inquietantes nocturnidades.

Deperente recogió aquella mañana oblicua el manojo de carne en que se había convertido Roswald, donde todo era llanto de río prisionero de las obligaciones de un ciudadano ejemplar mas de no sé ni por qué lo hice.



(Modisto) 

No hay comentarios:

Publicar un comentario