domingo, 18 de mayo de 2014

PUENTE DE WILLIAMSBURG



Las aventuras de Deperente XIX


Hacía un frío de humedad congelante. Deperente regresaba a pie, perdiendo el paso y el rumbo, hacia su casa. Había resuelto un caso de lo sé, sí, aunque no lo sé, pero te quiero a mi manera, y ya era medianoche cuando la noche se estrelló de música. Sonny Rollins tocaba su saxo en la cima del paraíso del puente de Williamsburg al mundo entero a la parte del mundo que quisiera verlo siempre por las rendijas de una noche de caramelo. Deperente miraba desde la otra acera al músico que arqueaba su cuerpo al compás de lo que le viniera. Ahí se desdibujó todo lo demás, el joven que pedía clemencia por un delito cometido, confesado y probado. Lo demás, era Sonny Rollins tocando, gente despistada que pasa por allí y un puente que es un cuerpo lleno de abrazos.


(Modisto)

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