RUEDA DE LA
INFANCIA
No
tuvo más remedio que ocultarse entre las acogedoras sábanas que lo cobijaban
durante los crudos fríos del invierno y las suaves noches de la primavera de su
infancia, cuando siendo aún un niño delicado, tímido y solitario, se dejaba
querer por las caricias de hilo que en cualquier momento podrían atraparle la
garganta si lo dejaban solo, y con ella, sus cuerdas vocales hasta dejarlo
impedido para desarrollarse, y así continuar para siempre siendo un niño
enfermizo, pero un niño al fin y al cabo.
(Modisto)
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