REGISTRO DE PARAGUAS PERDIDOS
LVII
Como
nunca se aprende ni del todo ni del nada a ser feliz y
Esa
será siempre una asignatura viva en sus propias cenizas y
Al
otro lado del sonido sangriento de tus propias palabras de la soledad
Lo
único que te queda entre las manos a cualquiera de nosotros son
Tus
propios dedos mirándote fijamente
Sin
otra solución que la de cerrar el jardín
Quedarte
dentro y
Dejarte
enredar por las espinas de las rosas que
Te
cerraban el paso hasta abrazarte
(Modisto)
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