ESCUPIR SANGRE
ACUMULADA
Ahora
sí, ahora es algo ya visto con más tranquilidad, algo más lejano, algo así como
escupir la sangre que se me había quedado ahí acumulada de tanto odio que me
colgaba desde que en la última rotonda, los coches con los que me encontraba no
respetaban las señales ni la más mínima lógica y se cruzaban delante de quien solo
esperaba alcanzar la tercera de las salidas, que era yo, sin tampoco alcanzar a
saber que nunca lo conseguiría, pues uno de esos coches irrespetuosos quiso abalanzarse
sobre mí y hacerme el amor sin yo saber si era eso, o que al final acabaría
estampado para siempre contra el muro que quedaba a mi derecha o sentado en una
silla de ruedas, pero al escupir la sangre acumulada de odio, esta fue a
estrellarse contra los ojos y las manos del estúpido conductor que no pudo
evitar el muro ni acabar sentado en la silla de ruedas que en un principio él
me la había adjudicado.
(Modisto)
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