viernes, 2 de agosto de 2019


TRES

“Todavía el silencio quería llenarlo todo con  su voluntad de absoluto”

(Juan Gaitán, Aware)



Nunca supo su nombre, tal vez porque nunca necesitó saberlo porque su rutina semanal lo llevaba cada jueves a adentrarse por los pasillos de un teatro decadente que existe en cada ciudad sin preocuparse si era un drama de Tennessee Williams o una comedia de Shakespeare o la marcha Radetzky, pero también, y es más que probable, porque aún hacía frío en aquel recinto desierto de público donde las yemas de unos dedos desconocidos, en unos minutos se desplazarían a ritmo agigantadamente poético, suavemente con vigor sobre las gruesas y duras cuerdas del contrabajo con que se había propuesto conquistar el mundo desde que con doce años supo con la certeza de la inocente infancia aún inmaculada que aquello era lo suyo y nada más y a nada más ni a nadie más amaría. Pero allí estaba entonces ella sola con su instrumento y su tristeza que se desgastaría contra el silencio de un  despoblado patio de butacas que ya no esperaba a nadie más que a nadie más, como si sumando los nadie más, alguna vez se alcanzaría a una pareja a punto de enamorarse, y a un  solitario que solo busca su soledad en el centro de su vida sin estar con alguien. Pero eso tan deseado no ocurrió ni nunca ocurriría, pues cuando el sonido del solitario contrabajo comenzó a sonar, un sueño de zapatos desordenados y de maletas que tienen que hacerse para algún viaje que nunca comenzará porque solo es el final de una pesadilla que vivirán los que queden vivos, renació de entre las cenizas de quien empezaba ya a morirse sin público, porque los tres que habían ocupado sus asientos, tan pronto como el espectáculo comenzó, se levantaron y los abandonaron, dejando a la contrabajista de los sueños desde bien temprana la infancia, sola en el escenario sin sus tres espectadores y sin ninguna de sus futuras esperanzas, mientras su madre se pesadillaba con maletas sin hacer y montones de zapatos que la llevarían al viaje donde todos acaban con los pies desnudos.

(Modisto)

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