MIRADAS
Si no me miró seguro
que fue porque estaba preocupada por algo más importante que por hacer de
nuestras miradas dispersas, un simple cruce de nuestras miradas, pero si no fue
así, y fue solo porque para nada en absoluto le interesaba que se cruzaran
nuestros fuegos, eso yo no lo sé, quizás no lo sé porque no quiero saberlo, y
porque tampoco yo soy aquel niño encadenado a una infancia de necesidades de
tanto cariño, ni ella, ni ella era lo que ella era, y ahora y probablemente no
será nada, pues su edad debe ser más la de los cadáveres que la de los vivos
que aún sienten un fuego de pasión en cada roce o en cada una de las miradas
furtivas, pues, claro, yo era entonces un niño, sí, y ella, una mujer morena de
tallo ancho y firme que se hacía llamar mi vecina, y que nunca puso los ojos en
mí, o sí, ya digo que no estoy seguro, y si lo hizo por qué lo hizo, pero yo sí
que lo hice, y mucho, en sus ojos. Pero han pasado ya tantos años que nuestras
miradas serían ahora oscuridades de cavernas.
(Modisto)
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