martes, 23 de julio de 2019


UNA CARTERA Y UN OLVIDO
Sí, se le olvidó aquí, no, no sé exactamente cuándo, hace ya tanto tiempo, pero sí, esta era su cartera, se quedó aquí encima del mostrador una noche enseñándome una foto de cuando joven, y yo nunca, créeme, a mí siempre se me olvidó devolvérsela aunque él viniera cada noche como un ejemplar parroquiano por su penúltima copa antes de  acostarse, y yo lo invitara siempre y con gusto de hacerlo, nunca me pesó, todo lo contrario, era una persona, que aunque borracho, era agradable hablar con él sobre todo por lo educado y culto que era, lo que nunca supe por qué, bueno sí, me lo confesó alguna vez, por qué cayó en eso de la bebida, fue algo relacionado con la guerra pero nunca quiso especificar nada, hablaba sobre eso con vaguedades, sin embargo de otros temas como de música o arte o literatura o de cine, la ópera le encantaba, ya lo sabes, lo hacía con una precisión y un vocabulario tan rico que parecía un auténtico experto en todos esos temas, sí, ¡qué grande!, él vivió solo unos años, creo que cinco o más, los años que nos conocimos, justo encima de nuestra taberna, que siempre estuvo abierta a sus necesidades, a mí se me olvidó, créeme, sin mala intención porque así es la memoria de caprichosa, si me quieres denunciar puedes hacerlo, pero la verdad es que la cartera se quedó en aquel cajón oculto al recuerdo, y él tampoco me habló de ella ni de que le faltara, a ver si preguntas por ahí o la ves, nada, yo creo que nunca la echó de menos, yo creo que nunca echó de menos nada de lo que había vivido, pero eso yo no te lo puedo asegurar, pero sí te puedo asegurar que jamás la he abierto, no sé lo que contiene, pero al volver del cementerio he pensado que ya era mal momento pero que no había otro para devolverle la cartera si no ya a él porque eso es imposible, sí al menos a su hijo.
(Modisto)

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