sábado, 6 de julio de 2019


SENTADO EN SU SILLÓN FAVORITO

Lo dejé bien sentado en su sillón favorito con esa sonrisa suya tan particular de no haber roto jamás un plato, aunque en toda su vida no hizo otra cosa que romper todas las vajillas de todos los que le rodeábamos, incluida mi madre, que antes de morir se volvió loca, y en el sanatorio murió de pena por un hombre al que amó siempre pero del que nunca recibió ningún amor. Le eché un último vistazo antes de salir de la casa. Su aparente felicidad contrastaba con el punto rojo que dominaba su frente, dibujado por el fulgurante disparo del hijo que nunca fue querido por un padre que nunca quiso a nadie.

(Modisto)

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